Pero no hay mal que no cese, a cada sesión abandonas alguno de esos miedos. Eso si, el camino es largo aun. Nadando tengo que luchar contra desagradables dolores de un, posible, nervio pinzado. La movilidad plena sigue siendo una utopía por el momento. El tono y la fuerza del brazo parece que no avanza, el trabajo en el gimnasio aun resulta demasiado lesivo... pero poco a poco nos acercamos al Ruanova de antes del percance. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero tenemos fuerzas y paciencia para poder volver a disfrutar sitiéndome pleno.
Gracias una vez más a todos esos ánimos y fuerzas que siempre recibo. Seguro que pronto los recibiré enfundado de zebra, dejándome la piel en cualquier competición.
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